Durante mucho tiempo el conejo y las liebres se han considerado, hasta en ámbitos académicos, como parte de los roedores, porque ciertamente roen los alimentos, sin embargo, ambos son lagomorfos. Cabe señalar que ambos roen por la necesidad de desgastar su dentadura, sus dientes incisivos crecen en un promedio de diez centímetros por año y deben desgastarse para mantener el tamaño adecuado y acorde a las funciones digestivas específicas.
En general no podemos decir que tienen un comportamiento social muy reconocido excepto en la época reproductiva donde podemos observar algunas posturas básicas, movimientos y vocalizaciones. Los conejos y liebres son corredores sumamente veloces para su tamaño, algunos alcanzan velocidades de hasta 70 Km/hr lo que les permite ocupar áreas descubiertas y escapar de sus depredadores.
Las liebres, a diferencia del conejo, son de mayor tamaño, con orejas y extremidades más grandes. Las mayores diferencias, sin embargo, se encuentran en los recién nacidos, las liebres recién nacidas llamadas lebratos están completamente desarrolladas (precociales), pues nacen ya con pelo y con los ojos abiertos, son capaces de ver y oír además de defenderse a sí mismas inmediatamente después de haber nacido, las crías de los conejos en cambio, son altriciales esto quiere decir que nacen sin pelo y son ciegas.